“Ni El Grito de Munch, ni la Medusa de Caravaggio ni el Saturno devorador de Goya: la cara más desencajada de la historia la tuve delante, apenas a un metro de distancia, en Bruselas. Fue a mediados de 2015, en la cafetería de la Comisión Europea, cuando una banda de irresponsables intentó pedir tres cafés. Al mismo tiempo. Dos con leche y uno solo”.
Frittes y dominatrix, mi columna de esta semana en El Mundo sobre salir a comer fuera en Bélgica.
Las anteriores, de la sección Patio Global, las podéis leer pinchando aquí.